“¡Carajo!”, “¡mierda!”, “¡cagón!”, “¡puta madre!”. ¿Te parecen lisuras estas expresiones? …¿si?... Pues sí, son malas palabras que asustan a muchos cuando dan oído. En nuestro país y parte de América se las conocen extrañamente como ´lisuras´, extraño porque su significado según la RAE es igualdad y tersura de la superficie de una cosa. Ingenuidad, sinceridad. No sé cómo diablos ahora puede entenderse como grosería, siendo esta palabra uno de sus antónimos. Pero bueno, mejor dejo de explicar este aspecto, porque ni yo mismo entiendo.
Lo que si entiendo y muy bien, es la práctica contagiosa de este lenguaje áspero en nuestra sociedad. Las lisuras son parte de nuestro diccionario y es muy difícil no decir una denominada mala palabra. Partamos desde nuestros hogares, siempre se dice que la educación sale de la casa, es desde ahí, donde aprendemos a decir nuestras primeras malas palabras. Escuchamos las discusiones entre nuestros padres, abuelos, tíos o hermanos mayores, siempre se escapa una lisura y te marca de forma inmensurable; porque, increíblemente te dicen que tú no las debes de decir. Hay que predicar con el ejemplo señores.
Otros ambientes que contribuyen a adquirir un lenguaje tan fuerte y expresivo, son sin duda el colegio y el barrio. Durante el periodo de crecimiento de una persona -más o menos entre los 6 y 12 años- cuando todavía se es un niño y la búsqueda de una identidad esta en su esplendor; es donde por primera vez, inevitablemente se aprenden y usan las lisuras como defensa, ofensa o simplemente como sedición.
Digo lenguaje fuerte y expresivo porque dentro de la utilización característica del ser humano que es el lenguaje tanto verbal, como no verbal; se suma un plus de expresividad que refleja de forma rotunda la emoción y/o sentimiento en una determinada circunstancia con una palabra fuerte y fea. (…) Tal vez me complico solo, y las lisuras simplemente sean… eso: …lisuras. Pero el caso es que: ¿¡Quién no ha dicho, al menos un carajo!? Como diría la canción: que levante la mano…
Como siempre he dicho todo en exceso es malo. Es desagradable y justificable que una persona que todas sus palabras sean subidas de contexto o que no termine una oración si una lisura, sea mal vista en la sociedad. Ejemplo: cuando ve algo que no le gusta; ¿que chucha es esa huevada de mierda? No es necesaria tanta vulgaridad, ya que este lenguaje en exceso ensucia y censura a la persona. Hay que saber usar las lisuras porque son un mal necesario. Por ejemplo: En el estadio... ya te estarás imaginando el desfile de lisuras de todo color, talla, calibre, etc. Porque en el estadio, decir: “arbitro concha tu madre”, es como en un salón de clases, decir: “presente profesora”. La emoción que nos absorbe hará que soltemos unas palobrotas que dependiendo del lugar; no causará incomodidad, ni reparo a nadie; en este caso el estadio. Y es que justamente de eso se trata, es una cuestión de sentido común, todos podemos tener nuestros ajos y cebollas, pero hay que saber donde y cuando usarlos. Hay que ser inteligentes para usar los diversos recursos de nuestro exquisito lenguaje. En mi caso siempre uso lisuras hasta de más, pero de ahí no me paso. Busca el equilibrio y también suelta tus asperezas que te dejaran limpio y liso. Ya sabes ¡no digas lisuras carajo!
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